Es por eso que siempre pensé que la felicidad no existe. Que es como un amago de flotador que te lleva a la superficie de una humanidad llena de odio, rencor, sangre y destrucción. Y por muy bien agarrado que estés a ese flotador, siempre habrá algo que te agarrará y tirará de ti, bajándote y obligándote a derrocharte con él. Y verás como se esfuma esa felicidad, mientras esa puta realidad tira de ti hacia el terreno en el que pueda ganarte sin que tú puedas ni tocarlo, ese sitio donde puede hacerte un Fatality y un Perfect en la misma partida.
Yo soy una persona inestable emocionalmente hablando. Muy inestable. Pero esté como esté, siempre tengo miedo, de todo y de todos. Sé por experiencia propia que alguien que ni conoces puede destrozarte por dentro. ¿Cuándo sabes a ciencia cierta que alguna de las millones de personas que hay en el mundo no va a acabar contigo? Es odioso, como algo totalmente ajeno a ti, hasta el punto en el que ni conoces su existencia, puede romperte por dentro. Pero, ¿y si es alguien más cercano a ti, quien te lastima? No me gusta hacerle daño a la gente, pero sí me gusta hacérmelo a mi misma, tanto física como psícológicamente. Martirizarme, quemarme, hacerme llorar, llenarme la cabeza con historias y con mentiras que yo misma sé que son mentira. Y yo tengo miedo. No quiero salir del calor de mi cama. Quiero estar allí por el resto de mis días. Que sea despertarse, existir sin más, dormirse, y así. No quiero tener que lastimarme para mantenerme en un nivel intermedio entre felicidad y malestar. Quiero que sea automático, no tener sentimientos, poder asumir los hechos con total normalidad y sin asombrarme de nada. Pero llegan eses individuos que, tras lastimarte y hacerte llorar sangre por dentro, te dicen 'te quiero' y te tocan en lo más hondo de tu alma, y no eres capaz de devolverles la moneda. Pero paso. Completamente. Dime, ¿dónde estabas cuando necesité que me curaras? Ahora es tarde, aprendí que mis heridas pueden curarse con mi propia saliva. Aprendí a ser lo suficientemente fuerte como para seguir caminando sola.
No, la felicidad no existe. Es un estado mental, que nada tiene que ver con lo material, y que es tan efímero como el mismo hecho de un suspiro. Puede que ahora mismo me haya convertido en un monstruo, no lo voy a negar, ¿para qué? Pero haberlo hecho ahora, que voy a iniciarme en ese viaje tan temido por la humanidad llamado vida, hará que no tenga que sufrir luego como un soldado herido, si no que moriré por dentro antes de que nada pueda matarme.