domingo, 8 de enero de 2012

The moor. #

Nadie más que yo puede enseñarte lo que es tu propia vida.
Todo ardiendo, quemándose, derritiendo un puñado de vidas que no llegaban para alimentar mi alma. ¿Correr? Es inútil, cuando tu vida está condenada a la muerte, no merece la pena correr. Te ofrecí la salvación, le incité a que alzaras la mano para poder cogerte. Te negaste, como el resto de tus hermanos, malditos sacos de huesos con almas despiadadas, encadenadas desde su nacimiento a quemarse eternamente bajo los infiernos. Ahora que estás en tu lecho de muerte, dime, ¿no vas a recapacitar? La esperanza no es una senda hacia la salvación, es simplemente una curva más antes de llegar a tu putrefacción carnal. No servirá de nada que guardes esperanza en tu caja de Pandora. Aún así, ¿qué esperas? ¿Que tienda otra vez mi brazo, pues es el único que puede salvarte? No, sabes que no lo haré, que es imposible. Si una vez me mordiste intentando salvar la misma causa, ¿qué es lo que te impide hacerlo una segunda vez? Sabías que este momento llegaría, que la balanza de la justicia se inclinaría hacia mi, que ibas a recibir mi castigo. No quieres que te lo perdone, no quieres clemencia, no quieres piedad. ¿Qué quieres entonces? Es lo que tú te buscaste lo que ahora tienes. Si en tu interior solo viven gusanos alimentándose de la poca carroña que tienes apta para ellos, si solo deseas hacer feliz para ser feliz; dime, ¿qué esperabas? Tu alma será mía esta noche, y esta noche no terminará nunca. Que salga el sol, no quiere decir que se haga de día. Disfruta de lo que te queda de libertad vigilada. Vigilada por mi. En cuanto el sol desaparezca, serás más mío que nunca. No me interesan las almas de tus hermanos, eres el único que me interesa de tu raza. ¿Qué tienes de especial? Será el asco y horror que tengo a los puñados de sentimientos como tú. Pero hoy, hoy se hará venganza. Todas las vidas que robaste, los caprichos que suciamente pagaste; todo el mal que causaste en mi mundo, hoy será recompensado con tu cabeza. Mírate ahora, y compara con lo que antes eras. Sigues igual, aunque no te lo parezca. Nunca fuiste nada ni tuviste nada tuyo realmente. Ni tu alma, ni tus actos, ni tus pensamientos eran tuyos. Ni lo material ni lo espiritual te perteneció nunca. Ahora eres un pobre desalmado, que vaga como puede por un mundo en llamas, abrasándote a ti mismo aunque estés gélido realmente. Eso es, muerte es lo que pides, tu muerte ya. Sabes que la mereces, y ansías morir ya para acabar con ese sufrimiento. ¿Pero sabes? No será así. Podré dejarte en vilo, rodeado de las arduas llamas del infierno sin un mañana al alcance de tu vista. Podré dejar que se derritan tus retinas mientras gritas por tu muerte, dejarte sufrir hasta tal punto que dejes de sentir un dolor humano, pero siempre manteniéndote con una mínima rayita de vida, para poder darte más de tu propia medicina. Podría hacerte tantas cosas, y simplemente voy a hacer una. Estás en un pozo, sin fondo, a punto de caerte. Rechazaste una vez mi ayuda. Miraste mis ojos verdes directamente, cuando quise salvarte, y sin embargo destripaste mi alma escupiéndole encima. Hoy, soy más fuerte de lo que nunca podrías llegar a imaginarte. Cuando aplaste tus dedos, partiéndote los huesos, desquebrajando lo que quede de ellos, tus uñas se aferrarán a mi cual águila agarra su presa en el aire. Y no caeré ni una vez más en ti, esta vez te pudrirás en lo más hondo del infierno, esperando a que vaya a destripar tu alma y desintegrar lo poco que quede de ti de la manera más horrenda e insufrible que exista. 

Hasta que te lo enseñe, has de ir caminando a tientas.

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